El pitazo final de Marco Rodríguez significó una explosión de júbilo, abrazos entre los jugadores de América, los brazos en alto de Diego Reyes y Moisés Muñoz ante el triunfo sobre el Rebaño después de cuatro Clásicos sin poderles ganar.
El festejo no era para menos, pues el americanismo no podía permitirse otra derrota más. El equipo de Miguel Herrera llegó a romper esa racha negativa, y terminó con la paternidad rojiblanca, al superar al Guadalajara por 0-1 en el Estadio Omnilife.
Con una doble satisfacción y una sonrisa de oreja a oreja, las Águilas se fueron de la cancha sintética, pues además de ganar el Clásico lograron meterse de lleno a la lucha por un lugar en la Liguilla.
América fue superior en el encuentro; superó a Chivas en las diferentes líneas y generó más futbol desde el primer momento.
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