Fue realmente un pobre Diávolo el que se vio en Milán, que jugó con un ritmo demasiado lento, sin ideas y con la presunción de buscar el gol con calma, seguro de que antes o después llegaría. Por el otro lado, en cambio, se vio un equipo, el blucerchiato, que fue cínico, eficaz, se defendió con orden y mereció vencer.
domingo, 26 de agosto de 2012
Gran golpe de Sampdoria en Milan
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